
A la memoria de Mario y Odilón, que se adelantaron, pero nunca están ausentes
* Realizado por periodistas universitarios
* * Impulsor del periodismo cultural
* * * El número mil, momento de reflexión.
Por Jaime Eduardo García
Ecatepec, Edomex. (Periodismo).- A finales de 1985, a mitad de la década perdida, el ámbito del periodismo mexicano y las posibilidades laborales para los universitarios que estudiaban esa carrera eran de incertidumbre. Los maestros y quienes hacían la prensa en ese entonces (muchos de ellos en activo) describían un panorama poco halagador; comentaban que el mercado laboral estaba saturándose, además de ser muy competido. Ante los obstáculos, las nuevas generaciones debían abrir sus propios espacios. Ésa era la recomendación del actual director de la revista Proceso.
De un grupo de estudiantes que en esos años cursaban los últimos semestres y cuestionaban el establishment, un joven sagaz y decidido aceptó el reto y propuso crear un medio de comunicación local, con la finalidad de refrescar, revitalizar y, sobre todo, profesionalizar el periodismo en el Estado de México, concretamente en Ecatepec.
Así nació el periódico Acontecer. Un espacio informativo y de opinión que, cimentado en una formación universitaria -sin menospreciar al periodismo empírico-, ofreciera lo que la llamada “prensa nacional” no brindaba a dicha comunidad.
Mario Flores Gutiérrez, artífice y cabeza del grupo, como director; Odilón Alvarado Montiel, Eulalio Victoria Reyes y quien esto escribe, como subdirectores; Juan Pablo García Vallejo, en opinión; Carlos Rivera y Reyes Morales Rico, en la redacción e información; Roberto Romero Aguilar y Juan Vizzuett, como cartonistas, dieron vida a los primeros números de Acontecer. Y atrás de todo el equipo, solventando financieramente las primeras ediciones de manera desinteresada, estaba don Pablo, el padre de Mario Flores.
Enfrentarse a la realidad del periodismo profesional cuando uno egresa de la universidad -con sus cacicazgos políticos y periodísticos (municipales y estatales), sus oficinas de prensa, su burocracia (ese monstruo de mil cabezas), al colmillo político de quien la compone- es estrellarse con un muro de contención a más de 200 kilómetros por hora.
Pese a que teníamos claro que nos enfrentaríamos a la corrupción, a la negativa del poder para transformar el orden establecido, al bloqueo de información, al periodismo visceral, alimentado por el embute, la alabanza y el servilismo, la ingenuidad e ignorancia circunstancial era el motor que nos animaba para construir, en la medida de lo posible y en esa localidad, un periódico que diera opciones a los posibles lectores y, a la vez, era nuestro propio enemigo invisible, esas características marcaron las primeras semanas al equipo que daba vida al Acontecer.
Mario fue el más precoz de todos, él fue quien pronto aprendió, comprendió y supo desentrañar ese tejido virtual que componía la relación prensa-Estado, para saberse mover de manera eficaz en esas aguas agitadas de superficie aparentemente en calma.
Más temprano que tarde, por esa asimilación, comenzaron las diferencias de opinión, discusiones y maneras de concebir el periodismo en el equipo. Sin embargo, el director de Acontecer supo ser un buen equilibrista, mantuvo una buena relación con los gobiernos locales (nos expuso sus motivos, que muchos no compartimos, y nos hizo ver la situación para la supervivencia del periódico) y permitió la crítica, sobre todo para los temas nacionales, y la cultura en Acontecer.
De los logros del Acontecer sobresale la creación del suplemento cultural La Tinta Suelta, que le ha dado prestigio al Acontecer y al periodismo mexiquense, el cual desde hace diecisiete años se ha mantenido con vida gracias a la dedicación, trabajo y dirección del sociólogo Juan Pablo García Vallejo.
La mayoría de los miembros que integraron el primer equipo de trabajo de Acontecer ya no estamos ahí: unos, adelantaron el viaje al Mictlán (Guillermo Palma, Odilón Alvarado, Guillermo H. Vera, Guillermo el dramaturgo, David Nájera, José Mario Flores y Pablo Flores pese a su partida pero nunca están ausentes); los demás tomamos otras rutas y espacio en otros medios; sólo permanece Juan Pablo, quien ha hecho una magnífica laboral editorial con La Tinta Suelta y su columna en Acontecer, siempre crítica, punzante y certera.
El proyecto y las condiciones se desvanecieron. El objetivo de crear un medio alternativo nunca cuajó. Sin embargo, Acontecer llega a su número 1000, luego de veinticuatro años. Eso es digno de mencionarse y celebrarse, en un tiempo y un país donde las publicaciones mueren por falta de apoyo, pero también porque algunos medios de comunicación no se adaptan a las nuevas circunstancias políticas, sociales, económicas y periodísticas.
Es apremiante reconocer que un medio que no se actualiza, que no contempla la verdadera profesionalización de su equipo de trabajo, que no publica información y opinión equilibrada, fidedigna, que se legitime por medio de la credibilidad y la transparencia, que explique el momento que se vive, que de voz a todos los sectores, que proporcione mejores condiciones laborales a su personal, tiende a desaparecer o a caer en la mediocridad, en la opacidad, a no cumplir con su función social de informar, de guiar y de educar. La reflexión y la autocrítica en los medios son necesarias. Felicidades al Acontecer por su número mil.
* Realizado por periodistas universitarios
* * Impulsor del periodismo cultural
* * * El número mil, momento de reflexión.
Por Jaime Eduardo García
Ecatepec, Edomex. (Periodismo).- A finales de 1985, a mitad de la década perdida, el ámbito del periodismo mexicano y las posibilidades laborales para los universitarios que estudiaban esa carrera eran de incertidumbre. Los maestros y quienes hacían la prensa en ese entonces (muchos de ellos en activo) describían un panorama poco halagador; comentaban que el mercado laboral estaba saturándose, además de ser muy competido. Ante los obstáculos, las nuevas generaciones debían abrir sus propios espacios. Ésa era la recomendación del actual director de la revista Proceso.
De un grupo de estudiantes que en esos años cursaban los últimos semestres y cuestionaban el establishment, un joven sagaz y decidido aceptó el reto y propuso crear un medio de comunicación local, con la finalidad de refrescar, revitalizar y, sobre todo, profesionalizar el periodismo en el Estado de México, concretamente en Ecatepec.
Así nació el periódico Acontecer. Un espacio informativo y de opinión que, cimentado en una formación universitaria -sin menospreciar al periodismo empírico-, ofreciera lo que la llamada “prensa nacional” no brindaba a dicha comunidad.
Mario Flores Gutiérrez, artífice y cabeza del grupo, como director; Odilón Alvarado Montiel, Eulalio Victoria Reyes y quien esto escribe, como subdirectores; Juan Pablo García Vallejo, en opinión; Carlos Rivera y Reyes Morales Rico, en la redacción e información; Roberto Romero Aguilar y Juan Vizzuett, como cartonistas, dieron vida a los primeros números de Acontecer. Y atrás de todo el equipo, solventando financieramente las primeras ediciones de manera desinteresada, estaba don Pablo, el padre de Mario Flores.
Enfrentarse a la realidad del periodismo profesional cuando uno egresa de la universidad -con sus cacicazgos políticos y periodísticos (municipales y estatales), sus oficinas de prensa, su burocracia (ese monstruo de mil cabezas), al colmillo político de quien la compone- es estrellarse con un muro de contención a más de 200 kilómetros por hora.
Pese a que teníamos claro que nos enfrentaríamos a la corrupción, a la negativa del poder para transformar el orden establecido, al bloqueo de información, al periodismo visceral, alimentado por el embute, la alabanza y el servilismo, la ingenuidad e ignorancia circunstancial era el motor que nos animaba para construir, en la medida de lo posible y en esa localidad, un periódico que diera opciones a los posibles lectores y, a la vez, era nuestro propio enemigo invisible, esas características marcaron las primeras semanas al equipo que daba vida al Acontecer.
Mario fue el más precoz de todos, él fue quien pronto aprendió, comprendió y supo desentrañar ese tejido virtual que componía la relación prensa-Estado, para saberse mover de manera eficaz en esas aguas agitadas de superficie aparentemente en calma.
Más temprano que tarde, por esa asimilación, comenzaron las diferencias de opinión, discusiones y maneras de concebir el periodismo en el equipo. Sin embargo, el director de Acontecer supo ser un buen equilibrista, mantuvo una buena relación con los gobiernos locales (nos expuso sus motivos, que muchos no compartimos, y nos hizo ver la situación para la supervivencia del periódico) y permitió la crítica, sobre todo para los temas nacionales, y la cultura en Acontecer.
De los logros del Acontecer sobresale la creación del suplemento cultural La Tinta Suelta, que le ha dado prestigio al Acontecer y al periodismo mexiquense, el cual desde hace diecisiete años se ha mantenido con vida gracias a la dedicación, trabajo y dirección del sociólogo Juan Pablo García Vallejo.
La mayoría de los miembros que integraron el primer equipo de trabajo de Acontecer ya no estamos ahí: unos, adelantaron el viaje al Mictlán (Guillermo Palma, Odilón Alvarado, Guillermo H. Vera, Guillermo el dramaturgo, David Nájera, José Mario Flores y Pablo Flores pese a su partida pero nunca están ausentes); los demás tomamos otras rutas y espacio en otros medios; sólo permanece Juan Pablo, quien ha hecho una magnífica laboral editorial con La Tinta Suelta y su columna en Acontecer, siempre crítica, punzante y certera.
El proyecto y las condiciones se desvanecieron. El objetivo de crear un medio alternativo nunca cuajó. Sin embargo, Acontecer llega a su número 1000, luego de veinticuatro años. Eso es digno de mencionarse y celebrarse, en un tiempo y un país donde las publicaciones mueren por falta de apoyo, pero también porque algunos medios de comunicación no se adaptan a las nuevas circunstancias políticas, sociales, económicas y periodísticas.
Es apremiante reconocer que un medio que no se actualiza, que no contempla la verdadera profesionalización de su equipo de trabajo, que no publica información y opinión equilibrada, fidedigna, que se legitime por medio de la credibilidad y la transparencia, que explique el momento que se vive, que de voz a todos los sectores, que proporcione mejores condiciones laborales a su personal, tiende a desaparecer o a caer en la mediocridad, en la opacidad, a no cumplir con su función social de informar, de guiar y de educar. La reflexión y la autocrítica en los medios son necesarias. Felicidades al Acontecer por su número mil.
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